Disney apostando por amor no romántico



Al pensar en Disney, quizás lo primero que nos viene a la cabeza son las historias de romance, donde las princesas encuentran al príncipe azul y todos son felices para siempre. Sin embargo, la productora de Walt también nos ha dejado con historias que distan del amor romántico, y han desarrollado tramas interesantes que se despegan de su nicho más fuerte. Así que con el pretexto del próximo día de San Valentín me di a la tarea de presentar una lista de películas animadas de Disney que nos muestran otra cara del amor o bien que les dan la espalda a los recovecos del corazón. He de advertir, que quizás esta lista no abarque todas las que deben de ser, pero la intención de este artículo es invitar a los espectadores a que redescubran estas cintas animadas con otra perspectiva.

Comenzaremos con la segunda cinta animada de Disney, “Pinocho” (1940), basada en la novela del italiano Carlo Collodi. Este largometraje animado plasma la historia de un títere que cobra vida por el ferviente deseo de su creador, Geppeto. Con la magia de el hada azul, Pinocho tiene la misión de convertirse en un niño de verdad, sin embargo, su camino no es fácil pues opta por ser un niño caprichudo que prefiere el libertinaje y el camino fácil. La versión de Disney, aunque muy distante de la maravillosa versión del tapatío Guillermo del Toro, también logra ser una cinta perturbadora, con escenas bastante crueles e inquietantes, lo que la convierte en una de las joyas del estudio de Walt. Y aunque la última interpretación de este personaje bajo la batuta de Del Toro, logra ser más compleja; ambas muestran la cara del amor padre/hijo, un tema curiosamente explorado en la cinematografía italiana, en filmes como “Ladrones de Bicicletas” (Vittorio de Sica, 1948), “Cinema Paradiso” (Giuseppe Tornatore, 1988), e incluso en la película de Pixar “Luca” (Enrico Casarosa, 2021).

De niños de madera, ahora iremos al mundo del circo con “Dumbo” (1941), un filme que a los ojos de las nuevas perspectivas actuales puede parecer fuera de lugar por muchas razones. Principalmente la representación racial de los afroamericanos con unos cuervos vestidos de manera andrajosa, interpretación que es más evidente en la versión original (en inglés); sin dejar de lado el maltrato animal, y que un infante se ponga borracho. Dejando la polémica a un lado, es una cinta que muestra la cara del amor maternal. Mamá Jumbo, es el claro ejemplo de lo que puede hacer una madre por su hijo, sin importar las consecuencias. La madre de Dumbo nos muestra dos facetas contrastantes, una madre fúrica que impedirá que se burlen de su hijo, y una madre llena de ternura en una escena que a muchos les ha arrancado una lágrima y que se acerca al melodrama de las películas de la época de oro de cine mexicano. “Dumbo” finalmente es una película de amor, pero amor maternal, y que desgraciadamente la versión de Tim Burton de 2019 no logro plasmar con la maestría que lo hace su contraparte animada.


De elefantes voladores nos adentramos a tres populares adaptaciones literarias, provenientes de Inglaterra, la primera en 1951, “Alicia en el país de las maravillas” que concentra los elementos más llamativos de la novela homónima, dónde estamos en un mundo sin sentido y carente de romance, pero en dónde son posibles las degollaciones si se encoleriza, a la no muy tierna, reina de corazones. Posteriormente, en 1963, Disney nos da su interpretación de la leyenda de el Rey Arturo, con “La Espada en la Piedra”, dónde Merlín nos menciona de las dificultades del amor, en una de las mejores cintas animadas de Disney, pero con un final bastante flojo. Y finalmente para completar la trilogía literaria, llega la adaptación de los cuentos de A.A. Milne en “Las muchas aventuras de Winnie Pooh” (1977), que retrata un mundo inocente en tres cortometrajes.

Para 1986, durante la época más oscura de los estudios Disney, los animadores lanzan la versión roedora del detective más famoso de la literatura y la cultura pop, Sherlock Holmes. Basil, un ratón detective que vive en el mismo domicilio del afamado detective, 21B de Baker Street, se enfrenta al villano Ratigan, cuando una pequeña ratoncita lo contrata para buscar a su padre. Cabe mencionar, que esta cinta animada fue la primera en utilizar el sistema CAPS de PIXAR, un software que permitía integrar elementos animados en computadora con una textura de dibujo animado, y que es evidente en la escena de la batalla del reloj. Después del lanzamiento de esta cinta, los estudios más famosos de animación en Norteamérica, tendrían fuertes problemas económicos y resurgirían de manera triunfante en la última década de los siglo XX, con tres cintas animadas que regresaban a las historias románticas, y más alineadas a la fórmula Disney (“La Sirenita”, “La Bella y la Bestia” y “Aladdin”); aunque con algunas vueltas de tuerca al presentar princesas más enfocadas a buscar su felicidad y alejadas en ideologías a las princesas de antaño.

Pero los caprichos económicos y la aparición de la animación por computadora hicieron que el inicio del siglo XXI no fuera miel sobre hojuelas para la hegemonía Disney. Tras una serie de flojos resultados en taquilla decidieron aventurarse con una historia que en principio iba a seguir el molde probado de sus cintas exitosas, pero que termino convirtiéndose en una producción desastrosa y en una cinta animada cómica, con un personaje egocentrista y fanfarrón que dista mucho de los valores Disney. La cinta en cuestión “Las Locuras del Emperador” (2000), en dónde el protagonista es muchas veces opacado por los villanos y su aliado, Pacha. Si bien la idea original de la película se inclinaba más por la historia de Mark Twain “El príncipe y el méndigo”, aderezado de un interés romántico, el guion de este largometraje fue transformándose para dar paso a una comedia más dinámica y muy alejada de, hasta en lo visual, al clásico Disney. La recepción en la taquilla fue un poco tibia, y sería la venta en Home Video lo que popularizó más a la cinta, que eventualmente tuvo una segunda parte. Como dato curioso, el cantante Sting, había hecho una canción que hablaba de la historia de amor y aunque finalmente no apareció en la versión final, los ejecutivos de Disney decidieron rescatarla en el soundtrack de la película.


En el año 2001, el reino de Disney fue derrumbado por la aparición de un desfachatado y guarro ogro verde, de una nueva productora animada llamada Dreamworks, que se mofaba del canon de las historias de amor que hicieron famosos a los estudios del ratón y fue tal su impacto que en esa década las producciones animadas de Disney parecían irse cuesta abajo en cuanto a recepción de taquilla.

El siguiente año, fue un poco agridulce para la productora del ratón, que optó por alzar su mirada al espacio. Durante el verano presentaron a dos de sus personajes más queridos con la cinta “Lilo y Stitch”, donde una niña adopta a un extraterrestre destinado a destruir, que aprenderá el valor de “Ohana”. La película promocionada como el hijo fuera de serie de Disney, significó un respiro en taquillas y abría un mejor panorama para la siguiente aventura espacial animada a estrenarse en la época navideña. Adaptando el clásico de Robert Louis Stvenson, “La Isla del Tesoro”, los estudios de Walt reinterpretaron las aventuras de Jim Hawkins y Long John Silver en el espacio, con la cinta “El Planeta del Tesoro”, hoy en día casi olvidada por muchos, y por el propio estudio, pero que resultó una propuesta fresca en ese momento y que esta por convertirse en una cinta de culto, con el correr de los años. Para 2003, la majestuosa “Tierra de Osos”, una historia que habla sobre el amor de hermanos y el amor a la madre tierra, no logro atrapar a las audiencias y esta cadena de fracasos comenzaba a evidenciar la preferencia de las audiencias por las nuevas tecnologías.

Una nueva agonía se cernía sobre Disney, pues la animación tradicional estaba, tristemente, “fuera de moda”, y en 2006 la productora de animación que comenzó su emporio con la técnica tradicional le daba la espalda, para dar la bienvenida a la modernidad, y a la ya consolidada animación por computadora. “Vacas Vaqueras”, estaba destinada a ser el último filme de Disney hecho a mano, con la historia de unas vacas que harán lo imposible para recuperar su rancho y salvarlo de las garras de Alameda Smith. Este western, aunque no del todo valorado dio una airosa despedida a la animación tradicional, aunque no sería la última cinta hecha con esta técnica, nuevamente una historia no romántica e interpretada de nuevo por Winnie Pooh, en 2011 se convertiría en la última cinta animada hecha de forma tradicional y marcó el fin de una era para los estudios Disney.

Irónicamente, los primeros esfuerzos de Disney en animación por computadora no resultaron tan mágicos como se esperaba y así “La Familia del Futuro” (2007) y “Bolt” (2008), ambas sin una trama romántica, no lograban enganchar al público que cada vez estaba más expuesto a nuevas propuestas de animación, no solamente de Norteamérica, el mundo ya estaba más globalizado y nuevos estudios de animación surgían en otras latitudes proponiendo historias más cautivantes. El reinado de Disney comenzaba de nuevo a desmoronarse, y la compra de los estudios Pixar en 2006, le dio una nueva bocanada de aire.

En 2012, ya los estudios Pixar/Disney nos presentaron a Mérida, la primera princesa aguerrida que luchaba, no solo por su propia mano, sino por dirigir a su reino. “Valiente”, tuvo una serie de tropiezos en su producción, además de la salida de la directora Brenda Chapman, y a pesar de las dificultades y de ser un poco floja, debido a tantos tropiezos, nos presentó una versión diferente de las princesas Disney. Si bien otra princesa pelirroja, llamada Ariel, años antes había desafiado a su padre con tal de estar con su príncipe, Mérida desafía en esta ocasión a su madre y la historia nos muestra otra cara del amor madre e hija, explorando una faceta nunca vista en las historias de Disney, pues muchas de sus antecesoras, eran huérfanas, o tenían solo la figura paterna, o en el mejor de los casos tenían el apoyo de ambos padres. Exactamente una década después, otra cinta de Pixar, “Turning Red” ahondaría nuevamente en este tema y nos proporciona una visión diferente del matriarcado y de la compleja relación madres/hijas.


La unión con Pixar, mejoró y desafió a los animadores de los estudios Disney a elevar la calidad de sus historias. La llegada de la primera década de los dos miles ha sido sin duda la mejor racha para el estudio más antiguo de animación, y grandes historias sin corte romántico surgieron en esta nueva oleada creativa.

Con una gran influencia del anime y de los cómics, “Big Hero 6”, llega a las pantallas en 2014, y resulta ser un éxito en taquilla. Las aventuras de Hiro y Baymax, centran la importancia en el amor entre hermanos, algo explorado en “Frozen” (2013), pero con una perspectiva masculina.

Para 2016, dos estupendos filmes animados llegan a la pantalla, el primero es una fábula con animales que nos muestra de una manera muy inteligente temas complejos como el racismo, y la constante presencia de estereotipos en “Zootopia”. Y posteriormente, en ese mismo año se lanza “Moana”, con una directiva más inclinada a presentar otros personajes raciales que pronto se convertiría en el nuevo modus vivendi, de los estudios Disney, que cada vez apuestan más por la corrección política. Sin embargo, las aventuras de esta princesa polinesia y de su amigo Maui, demostraron que las historias animadas no únicamente tienen que presentar personajes con intereses románticos, también son un universo dónde pueden coexistir amistades fuertes sin haber amor de por medio.

Finalmente “Raya y el último dragón” (2021) viene a remarcar lo que construyeron Mérida y Moana, la aparición de una princesa más elaborada con un objetivo claro y distante de cuestiones amorosas con el fin de cumplir su meta y estar en paz con su propia individualidad, y que sin duda marca una nueva pauta en este nuevo mundo que lucha por romper los anacronismos de décadas pasadas, pero que en ocasiones peca de soberbia al tratar de complacer a todo mundo con la corrección política.

Antes de despedirme quiero destacar dos casos en lo que podríamos llamar “El amor en los tiempos de corrección política”, donde dos protagonistas animados han sido tachados de perversos, y el futuro de uno de ellos esta ahora en una diatriba, hablo del zorrillo Pepe Le Pew, creado por los estudios Warner, que ha sido acusado de acosador, y en últimas fechas también se le acusó de lo mismo al personaje Bowser, en la reciente película animada de “Mario Bros. La Película”; ambos solo cometieron el crimen de estar enamorados, y aunque hay algo de razón en los nuevos discursos, me pregunto ¿Por qué quitar ese lado sardónico en las caricaturas? ¿Por qué no podemos entender que es una sátira? Claro, debemos de ver el pasado, no censurarlo y aprender de él con el fin de mejorar las animaciones, pero también defiendo que muchas animaciones son espejos de nuestra realidad y a veces tenemos que burlarnos de ella, sin embargo la última palabra esta en un usted querido lector y espectador.

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