Vaquero del mediodía, un documental imprescindible


Por Adriana Chávez Castro

Uno de los estrenos más gratificantes que tuve la oportunidad de ver esta semana en la plataforma Netflix fue sin duda el largometraje Vaquero del mediodía (México, 2019), del periodista, escritor y cineasta neoleonés Diego Enrique Osorno, cuya experiencia en el documental suma cerca de quince títulos, entre los que se encuentran: El Alcalde (2012), El poder de la silla (2014) o La muñeca tetona (2017). 

En esta entrega el realizador, a manera de detective, se sumerge en la tarea de encontrar el paradero del poeta Samuel Noyola, cuyo rastro se pierde misteriosamente en 2009. Durante los diez años siguientes Osorno recupera, a partir de una sólida investigación, documentos y testimonios que permiten reconstruir la vida y obra de un personaje tan fascinante como complejo. 

En la búsqueda del poeta autoexiliado lo mismo valen los testimonios de parientes, parejas, amigos, enemigos, conocidos y desconocidos; quienes de una u otra forma terminan configurando una suerte de memoria colectiva, convirtiendo a un hombre casi en mito. 


Con un tono libre de toda solemnidad, pleno dominio de su oficio periodístico y absoluta comprensión del lenguaje audiovisual, el realizador crea una pieza de filigrana, para lo que echa mano de diversos recursos expresivos, dotando a la obra de un ritmo ágil, momentos entrañables, atmósferas poéticas y elementos visuales y sonoros que permiten al espectador engancharse con la historia desde los primeros minutos, para llevarlo por un viaje hacia la esencia de quien fuera considerado el poeta más inspirado de su generación, en palabras del Nobel, Octavio Paz. 

A lo largo de la hora cuarenta y dos minutos que dura el documental se van desvelando rasgos enigmáticos de Noyola, desde ser aprendiz autodidacta cuyo oficio de poeta se forja a muy temprana edad al incorporarse a la guerrilla (FSLN), encabezada por el poeta Ernesto Cardenal en la Revolución Sandinista de Nicaragua; el regreso a su país natal y su incursión en la vida cultural de México bajo el cobijo de Octavio Paz y su esposa Marie-José Tramini; su legado de apenas tres libros de poesía (Nadar sabe mi llama de 1985, Tequila con calavera de 1993 y Palomanegra productions de 2003); su abigarrada personalidad; y hasta su desaparición y búsqueda. 

El espíritu libre del poeta recuerda la esencia de la Escuela cínica griega, ya retratada en algunas ocasiones por el cine nacional, como por ejemplo en la ficticia Crates (Dir. Alfredo Joskowicz, México, 1970), o en los dos personajes del cortometraje documental del CUEC Los desposeídos (Dir. Emilio Aguilar Pradal, México, 2009), por mencionar algunos títulos que ahora me vienen a la cabeza, sin embargo, Vaquero del mediodía lleva la figura del Ser errante más allá, pues no sólo es un ave viajera, un bohemio irremediable que encuentra en la realidad a su verdadera musa, en el alcohol su mejor compañía y en la soledad su mejor cobija, también es un inquilino en cualquier calle de Monterrey o la Ciudad de México y un hombre carismático, tocado por dios (según algunos testimonios). 



A todo ello se suma un halo de misterio en virtud de que Noyola decide voluntariamente dejar su ausencia como forma de protesta hacia un sistema en el que el poeta no tiene cabida, pues se debate entre la creación de su obra, aunque eso suponga no tener dinero, o traicionar su arte a cambio de un lugar en el sistema. 

Es de destacar la anécdota de su sobrenombre, el cual da título a este documental, y que le fue asignado por el poeta infrarrealista Mario Santiago Papasquiaro, según rememora Juan Villoro, en alusión a la cinta de John Schlesinger, Cowboy de medianoche, (EUA, 1969), aunque, a diferencia del ingenuo e iletrado tejano Joe Buck (Jon Voight), Samuel Noyola contaba con suficiente talento para plasmar los sentimientos a través de la palabra escrita en su forma más bella. 

Algunos elementos son potentes y funcionan como piezas del mismo enigma en que se convierte la película, como la presencia del Tarot, una pitonisa, la bebida de los suicidas o una hoguera para exorcizar los odios literarios de una figura ausente. 


La pantalla se vuelve a la vez lienzo sobre el que se van escribiendo fragmentos que permiten conocer la obra del poeta, aunque el documental en su conjunto es una invitación a conocer más sobre el trabajo y estilo literario contra-cultural de este complejo y paradójico personaje, así como para revalorar la poesía misma. 

La película Vaquero del mediodía fue estrenada en territorio del EZLN, ha sido nominada en la 62 Entrega del Premio Ariel 2020 que otorga la AMACC, en la categoría de Mejor largometraje documental, también formó parte de la Selección Oficial del Festival Internacional de Cine de Morelia 2019 y desde el pasado miércoles 11 está disponible en plataforma digital. Muy recomendable.*


Título original: Vaquero del mediodía
Año: 2019
Duración: 102 min.
País: México
Dirección: Diego Enrique Osorno 
Guion: Diego Enrique Osorno
Música: Esteban Aldrete
Fotografía: María Secco
Reparto: Documental
Productora: Agencia Bengala.


Adriana Chávez Castro es comunicóloga por la UNAM. Ha sido correctora y escritora independiente. Coordinadora y programadora de muestras y festivales de cine, realizó estudios de maestría en el CUEC/UNAM y actualmente es maestranda en cine documental.

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