Las Barbies fuera de sus cajas



La película nos pone de inmediato en un contexto de evolución de los juguetes para niñas. Abandonan esos bebés pequeños a los que debían alimentar y cambiar pañales, por las muñecas que lo habían conquistado todo. Las Barbie eran doctoras, veterinarias, astronautas, presidentas, podían pilotar un avión entre otras muchas cosas. Era el asombro de algo novedoso como esa sorpresa de encontrar un monolito espacial en la Odisea del espacio (1968) de Stanley Kubrick.

Todo es perfecto en Barbieland. Ellas son las que gobiernan. Los Ken inevitablemente pretenden demostrar una hombría escondida para conquistar a la chica, y ellas son profesionales y mujeres felices, pero en una tierra falsa que pronto les revela la verdad en la cara. Cuando Barbie (Margot Robbie) se encuentra defectos físicos acude al consejo de la Barbie rarita, desechada por una niña que creció, y se entera que debe ir al mundo real para encontrar a la niña que jugaba con ella.

Y ese es justo el detonante del encuentro entre el escenario ideal con el escenario que ya existe. La Barbie en el mundo real es tachada de fascista por imponer un imaginario en el que se pensaba que las niñas podían lograrlo todo, pero el mundo real dominado por los hombres se los ha impedido. Es la niña que jugaba con ella convertida en mujer adulta, madre de una adolescente, a quien le ha tocado transitar en ello.

Ken (Ryan Gosling) conoce el patriarcado, esa estructura social impuesta por el consumismo capitalista e intenta imponerla en Barbieland, porque sabe que los hombres pueden dominar el mundo.

Entonces la película Barbie se vuelve una sátira de las formas de gobierno globalizado. El retrato de los hombres que encabezan los altos puestos corporativos, que intentan a meter a sus cajas a las Barbies exitosas, se vuelve hasta ridículo. Nosotros los Ken, abandonando nuestras personalidades por adoptar las que impone el patriarcado; adoptando la que vemos en televisión como el Rocky de Sylvester Stallone o el hombre que encabeza una familia y una organización criminal como El Padrino, y además, intentar explicarles a las mujeres cómo es que funciona el mundo (mansplaining).


La directora de Barbie (2023) Greta Gerwig (Lady Bird, 2017; Mujercitas, 2019) no podría encontrar mejor excusa para este discurso feminista que la muñeca Barbie. Se puede ser el estereotipo de la mujer profesional, se puede ser presidenta, doctora, astronauta, y al mismo tiempo acudir con la ginecóloga, porque se puede todo eso. Y se puede ser sólo Ken sin sentir que desarrollamos una masculinidad femenina, Nosotros, los Ken, podemos ser quienes somos sin necesidad de arroparnos en la masculinidad tóxica. Esa que vemos en televisión. Tipos que podemos llorar sin volvernos menos hombres.

El trabajo de fotografía es de nuestro apreciado Rodrigo Prieto (Babel, 2006; Lobo de Wall Street, 2013); y el guion es de la propia Gerwig y de su esposo, también director Noah Baumbach (Historia de un matrimonio, 2019).

Según nos cuenta la historia de Barbie, fue creada sin saber que la sociedad se inventaría muchas cosas, como el patriarcado mismo,  y que, para aspirar a ser profesional, se tendrá que abandonar a la muñeca como imaginario para lograr sus sueños en un mundo dominado por los hombres, aunque se tengan que convencer a una por una. Esa es la lucha, y en la película también existen los aliados.*

Título original: Barbie
Año: 2023
Duración: 114 min.
País: Estados Unidos Estados Unidos
Dirección: Greta Gerwig
Guion: Greta Gerwig, Noah Baumbach. Personajes: Mattel
Música: Mark Ronson, Andrew Wyatt. Canciones: Dua Lipa, Billie Eilish, Karol G
Fotografía: Rodrigo Prieto
Compañías: Warner Bros., Heyday Films, Mattel, LuckyChap Entertainment. Distribuidora: Warner Bros.

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